lunes, 9 de mayo de 2011

Peligrosa obsesión

Era un hombre que trabajaba en una fábrica de enlatados y un día le confesó a su esposa que estaba poseído por una terrible obsesión, un impulso incontrolable: meter el pene a la cortadora de pepinos.
Espantada, la esposa le sugirió que consultara a un psicólogo. El marido prometió que lo pensaría, pero continuó repitiéndole y repitiéndole a la esposa el mismo cuento, hasta que ella, aburrida y harta, un día le dijo:

- Pues mételo a la cortadora de pepinos y no me molestes más, ¡es tu problema!, ya buscaré la manera de compensarme.

Al día siguiente, el marido llegó a casa cabizbajo profundamente abatido.

- ¿Qué pasó? -le preguntó la mujer, preparándose para escuchar lo peor -.

- ¿Te acuerdas de mi obsesión de meter el pene a la cortadora de pepinos?

- ¡Oh no! - gritó la mujer - ¡dime que no hiciste semejante estupidez!

- ¡Sí, lo hice!

- ¡Oh dios!, y ¿qué pasó?

- ¡Me despidieron! - respondió -.

- ¡Queee!, ¿y la cortadora de pepinos?, ¿qué te hizo?, ¿te lastimó?

- ¡No, a ella también la despidieron!

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