miércoles, 27 de abril de 2011

Noche de disfraces

Una monjita se sube a un taxi en medio de la noche; el taxista, durante todo el camino, se le queda viendo por el espejo con mirada lujuriosa y cuando ella se da cuenta, le pregunta:

- Hijo, ¿Qué es lo que ves?

- Perdón madre, me da mucha pena decírselo y creo que no es correcto, no quisiera ofenderla.

- Pero hijo mío, a lo largo de mi vida he visto muchas cosas y no creo que puedas decirme algo que me ofenda.

- Bueno, me da mucha pena madre, pero toda la vida he tenido la fantasía de que una monja me haga sexo oral.

La monja se queda sin palabras y después de un rato de meditación le dice:

- Pues no lo sé, en primer lugar tendrías que ser católico y, además, tendrías que ser soltero.

El taxista se emociona y responde con júbilo:

- ¡Sí, soy católico y soy soltero!

La monja se queda sin argumentos pues no perdería la virginidad y acepta la propuesta del taxista. Éste se mete con prisa en el primer callejón que encuentra y la monja le cumple su deseo.

Cuando han terminado, el taxista empieza a llorar y la monja le pregunta:

- Hijo, ¿qué te pasa?, ¿por qué lloras?

- ¡Perdóneme madre, he pecado! Soy judío y estoy casado.

- No te preocupes hijo mío, yo soy gay, me llamo Paco y voy a una fiesta de disfraces.

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